[mk_page_section][vc_column width=”1/4″][vc_single_image image=”658″][/vc_column][vc_column width=”3/4″][vc_column_text css=”.vc_custom_1558112087533{margin-bottom: 0px !important;}”]GRUPO: Matacandelas (Medellín)
OBRA: La casa grande de Álvaro Cepeda Samudio
DIRECTOR: Cristóbal Peláez[/vc_column_text][vc_separator color=”green”][vc_column_text css=”.vc_custom_1558112035469{margin-bottom: 0px !important;}”]Con el apoyo de una Beca de Creación Teatral del Ministerio de Cultura de 2015, el grupo se inspiró en un clásico de la narrativa colombiana: La casa grande, de Álvaro Cepeda Samudio, pieza literaria que relata de forma poco convencional el lamentable episodio mítico e histórico de la masacre de las bananeras ocurrida en Ciénaga, Magdalena, en 1928. Matacandelas parte de la novela de Cepeda para proponer una puesta en escena que tiene mucho de ópera brechtiana y unas líneas de lectura que resaltan sus múltiples significados.
El coro que conforman los actores se encarga de cantar la parte épica de la historia. Pero para Cristóbal Peláez, director de Matancandelas, “lo que hace Cepeda Samudio es unir la lírica con la narración […] la casa no es el espacio, la mansión; es Colombia y todo lo que pasa en ella”. Por eso decide no ceder a la tentación del naturalismo y no ambientar la puesta en escena dentro del folclor de la Costa, con el fin de subrayar que su obra habla del país y no solo de una de sus regiones. Por otro lado, el subtítulo de la pieza, Aquellas aguas trajeron estos lodos, indica que buscaron la conexión existente entre los acontecimientos que narra la novela del barranquillero y la actualidad. El resultado es una cierta atemporalidad, que logra expresar el lenguaje poético del duelo convertido en un estado persistente de nuestro país.
Precursora del boom latinoamericano, La casa grande es una mirada estética del conflicto, cuya validez reside en mostrarse a sí misma como una pieza literaria realizada a manera de discurso polifónico. Una obra poliédrica que quiere darle voz a todos los participantes del suceso: soldados, pueblo, familia, huelguistas, hacendados, gobierno, militares y, de un modo más amplio, a aquellos habitantes de La casa grande como epicentro y metáfora de un país que se resiste al progreso, sacudido por sus contradicciones.
Los moradores de La casa son arquetipos del poder y la grandeza, que conforman un matiz lírico inmerso en la épica del suceso, elemento que le confiere un toque excepcional a la novela. La misma que hoy, a más de cincuenta años de su creación, continúa ofreciéndonos su carácter experimental y de relato joven. Vale la pena mencionar que muchos han observado, entre las figuras sombrías de la mansión cienaguera, una relación de autoridad y opresión, similar a la de aquella casa andaluza de Bernarda Alba, retratada en la obra de García Lorca.[/vc_column_text][/vc_column][/mk_page_section]